El moquillo, conocido también como distemper, es un peligroso virus que afecta a los perros y a otras especies animales. Se trata de una virosis que es muy cercana al sarampión en los humanos, afectando de forma importante a los animales, en especial a los cachorros y los perros mayores, que pueden desarrollar más complicaciones.
Aunque existe una vacuna contra el moquillo, muchos animales son vulnerables aún a este virus que se encuentra ampliamente propagado en el mundo.
¿Cómo se contagia?
Al tratarse de un virus, la forma de contagio reside en el contacto con los fluidos de animales infectados, incluyendo el agua o la comida que ha sido consumida por los mismos. La enfermedad es capaz de viajar por aire, por lo que ésta es otra forma de contagio habitual.
Una vez en el cuerpo del animal, el virus toma entre 14 y 18 días para incubarse, momento tras el cual comienzan a mostrarse los primeros síntomas.
Síntomas del moquillo
La clave para detectar si nuestra mascota está mal de salud es observar siempre con atención su comportamiento. En el caso del moquillo se presentan síntomas muy claros que, con el avance de la enfermedad, van atacando distintas partes del cuerpo del perro a nivel respiratorio, intestinal, cutáneo y neurológico.
Fiebre
que puede aparecer 6 días después del contagio. Desaparece y vuelve a aparecer a medida que la infección va avanzando.
Disminución en el consumo de agua
lo que conduce a la deshidratación. En este punto ya hay suficientes razones para llevar al animal al veterinario, sin embargo se presentan otros síntomas más claros que apuntan directamente al moquillo.
Conjuntivitis o secreciones oculares.
Erupciones en su piel
y endurecimiento de las almohadillas de sus patas.
Apatía
pérdida del apetito y decaimiento
el perro deja de ser tan activo como de costumbre
Problemas respiratorios importantes
con tos, dificultad para respirar y secreciones nasales verdes.
Problemas intestinales
como diarrea constante y amarilla y vómitos.
Tics, convulsiones
y en casos más graves parálisis.